¿Por qué algunos estudiantes superan cualquier obstáculo mientras otros se rinden ante el primer fracaso? La diferencia no está en el talento, sino en la actitud. Estudios en psicología educativa han demostrado que la mentalidad de crecimiento y la motivación interna son claves para el éxito académico y profesional.
Esta actitud no se reduce únicamente a “tener ganas” de estudiar. Engloba la visión que el estudiante tiene de sus propias capacidades, el valor que le otorga a la formación, la manera en que gestiona el estrés académico y, sobre todo, la convicción de que puede progresar a través de la constancia y el esfuerzo. A la hora de elegir una modalidad de estudio, ya sea de carácter universitario, formación profesional o cualquier otra, esta actitud será un pilar fundamental para el rendimiento y la satisfacción personal.
¿Tienes una mentalidad fija o de crecimiento? Descúbrelo aquí
Un punto clave para entender por qué la actitud influye tanto en el aprendizaje es la diferencia entre mentalidad fija y mentalidad de crecimiento (growth mindset).
- Mentalidad fija: Creer que las habilidades son inamovibles (“Soy malo en matemáticas y siempre lo seré”).
- Mentalidad de crecimiento: Creer que las habilidades pueden desarrollarse con esfuerzo y estrategias adecuadas.
Los estudiantes con mentalidad de crecimiento afrontan los exámenes, proyectos y retos diarios como oportunidades para aprender, en lugar de pruebas de su valía personal. Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que estos estudiantes tenían un 30% más de probabilidades de mejorar sus calificaciones en un año académico.
En la Formación Profesional, donde la enseñanza está orientada a la aplicación práctica, esta mentalidad es clave para el éxito. Aprender haciendo refuerza la confianza en uno mismo y fomenta una actitud positiva ante el aprendizaje.
El poder del aprendizaje práctico: por qué la FP motiva más a los alumnos
Cuando los alumnos logran conectar lo que estudian con situaciones reales, su motivación aumenta considerablemente. Los contenidos teóricos toman sentido al verse reflejados en experimentos, proyectos o talleres, lo que incide de forma directa en una mejora de la actitud. De ahí que la formación profesional y otras modalidades con un enfoque práctico destaquen por su capacidad de enganchar al estudiante desde la primera experiencia.
Un ejemplo común es el de asignaturas técnicas donde se construyen prototipos o se manipulan herramientas especializadas. Al enfrentarse a un problema real y ver el impacto inmediato de sus acciones, el estudiante siente una mayor satisfacción y desarrolla un sentido de propósito. Esto no solo mejora el rendimiento, sino que refuerza la idea de que el aprendizaje es una inversión a largo plazo, con beneficios concretos para su futuro laboral.
4 estrategias para mejorar tu actitud y destacar en tu formación
- Define objetivos alcanzables:
Dividir las metas a largo plazo en propósitos más específicos y medibles (por ejemplo, mejorar la nota en una asignatura concreta o completar un proyecto en un plazo determinado) facilita ver el progreso y ayuda a no perder la motivación.
- Refuerza la autoconfianza:
Celebrar cada logro, por pequeño que sea, y asumir los errores como parte del proceso es fundamental para afianzar la motivación intrínseca. Herramientas de autoevaluación y el feedback constructivo de profesores o tutores son muy útiles en este sentido.
- Practica la autogestión emocional:
Aprender a lidiar con la presión de exámenes y plazos de entrega contribuye a mantener una actitud equilibrada. Técnicas de relajación, deporte o simplemente fomentar aficiones personales ayudan a canalizar la energía de forma positiva.
- Fomenta la colaboración:
El aprendizaje cooperativo refuerza la empatía y la comunicación, dos competencias muy valoradas en cualquier entorno formativo y profesional. Trabajar en equipo, intercambiar ideas y resolver problemas de manera conjunta estimula la motivación y el compromiso.
Familias y educadores: un rol clave
El entorno familiar y los educadores tienen un papel decisivo a la hora de apoyar el desarrollo de una actitud positiva. Los adolescentes y jóvenes necesitan referentes que validen sus esfuerzos y reconozcan sus fortalezas, sin caer en elogios vacíos ni presiones desmesuradas. El equilibrio se encuentra en animar a superar los retos de forma responsable, ofreciendo orientación y recordándoles que el aprendizaje es un proceso continuo.
Por otro lado, los profesores pueden implementar metodologías activas y personalizadas, que ayuden a descubrir y potenciar las habilidades de cada estudiante. Talleres, dinámicas de grupo y el uso de tecnologías interactivas son recursos muy efectivos para estimular la participación y la curiosidad.
Conclusión: La actitud, la clave del aprendizaje y el éxito profesional
Invertir en una actitud positiva es clave para afrontar los retos del aprendizaje y del futuro profesional. La educación debe fomentar la mentalidad de crecimiento y la aplicación práctica del conocimiento. En la Formación Profesional, este enfoque permite a los estudiantes aprender haciendo y prepararse para un futuro con oportunidades reales.
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La actitud en el aprendizaje: el factor que marca la diferencia en la Formación Profesional y esto es lo que debemos apoyar y fomentar el profesorado con nuestros alumnos.
Por Álvaro Solloa, Director del CIFP SaFa Tech